¡Un saludo y bienvenidos a La Bandera de la Libertad!
Seguimos una semana más con nuestra sección Finde de Cine, en la que, como ya sabéis, comentamos brevemente las dos películas japonesas que hemos visto durante el fin de semana a modo de mini reseñas.
Hoy es el turno de la adaptación de la celebérrima novela Tokio Blues (Norwegian Wood) y, siguiendo nuestro ciclo de kaiju-eiga, la undécima película de Godzilla, Godzilla vs Hedorah. Además, después de esto, en los próximos días cerraremos la primera parte de este ciclo fílmico con un artículo especial "maratón" sobre las 4 últimas películas de la Era Showa de la saga.
¡Comencemos!
Tokio Blues
Empezamos entonces con Tokio Blues, adaptación fílmica de la exitosa novela del no menos exitoso escritor Haruki Murakami. Titulada originalmente en ambas versiones Norwegian Wood por la canción de The Beatles que sirve de hilo conductor para los acontecimientos, esta es sin duda la novela del autor japonés más reconocida internacionalmente (a pesar de alejarse diametralmente de la tónica general de su obra), lo cual llevó a esta adaptación cinematográfica. Estrenada en 2010, la película está dirigida por el cineasta de origen vietnamita Tran Anh Hung y protagonizada por Kenichi Matsuyama, Rinko Kikuchi y Kiko Mizuhara. Compitió además por el León de Oro en el Festival de Venecia.
<< Cuando Toru Watanabe escucha casualmente el Norwegian Wood de Los Beatles, la melancolía y la nostalgia le hacen retroceder a su pasado como estudiante en el Tokio de finales de los 60. Watanabe recuerda a la inestable y misteriosa Naoko, la novia de su mejor amigo de la adolescencia, y el suicidio de éste, suceso que le distanció de Naoko durante un año hasta que se reencuentran en la universidad. Allí inician entonces una relación íntima que, sin embargo, se resiente por la frágil salud mental de Naoko, a la que internan en un centro. Al poco tiempo, Watanabe se enamora de Midori, una joven activa y resuelta. Indeciso, sumido en dudas y temores, experimenta entonces el deslumbramiento y el desengaño allá donde todo parece cobrar sentido: el sexo, el amor y la muerte. >>
Es bastante frecuente oír (o leer) de esta película que es una mala adaptación de la célebre novela, que no está a la altura, que no vale la pena... pero nada más lejos de la realidad. Si bien es cierto que no adapta a la perfección todo el entramado de psicologías y variopintos personajes que retrata Murakami en su obra, sigue siendo una adaptación muy digna, tanto o más como otras muchas adaptaciones de novelas que no reciben, sin embargo, este desprecio del público. La historia principal de la novela está perfectamente reflejada en la película, así como la ambientación decadente que tanto la caracteriza e hizo del libro un referente.
Y es que Tokio Blues es una obra que puede describirse con muchos adjetivos: deprimente, melancólica, pesimista... Presenta una historia costumbrista, de recuerdo de unos años de juventud turbia y sin rumbo en plena década de los 60, con la liberación ideológica del país y las revueltas estudiantiles de fondo. Con un tono bastante gris y desalentador, una historia de amor (si es que se le puede llamar así) con el eje central en una visión decadente del sexo como puerta de escape y desfogue a los problemas y la inestabilidad vital.
Las relaciones que el protagonista entabla con las dos mujeres que llegan a su vida, ambas extremos opuestos y las dos caras de una misma moneda, no pueden ser consideradas más que tóxicas, pero al mismo tiempo cargadas de belleza. Midori es extrovertida y alegre; Naoko es introvertida y melancólica, pero ambas ocultan sus propios demonios y problemas psicológicos, y es ahí donde recae el verdadero interés del argumento.
La dirección es bastante notable, pues no se hace nada pesada a pesar de su pausado y reflexivo ritmo (tan propio del cine japonés como de la propia novela), y las interpretaciones de los actores protagonistas dejan con muy buen sabor de boca. Especialmente destacable es la labor de Kenichi Matsuyama, de cuyas dotes interpretativas ya hemos hablado en otras ocasiones, y que demuestra en Tokio Blues una vez más su extraordinaria versatilidad como actor al dar vida al apocado Watanabe.
En suma, aunque la novela vaya más allá en todos los sentidos y haga una introspección psicológica más profunda de los personajes (se echa en falta en el filme algo más de atención a Midori y, sobre todo, el desarrollo del personaje de Reiko), esta película de Tran Anh Hung es una adaptación lo suficientemente digna y, sobre todo, una muy destacable cinta.
Godzilla VS Hedorah
Y en segundo lugar tenemos Godzilla vs Hedorah, la undécima entrega de la saga del lagarto gigante más famoso del mundo del cine, estrenada en Japón en 1971. Ya sumida en una época de altibajos y tras el agotamiento de Ishiro Honda, la saga se ponía por primera y única vez en manos del director Banno Yoshimitsu, que recuperaba la tónica de entregas anteriores de enfrentar a Godzilla como una suerte de defensor contra un kaiju que amenaza a la humanidad.
<< Godzilla debe luchar contra una criatura de lodo y polución llamada Hedorah, que representa la amenaza de la contaminación sobre el planeta. >>
Después de algunas películas perdiendo fuelle, esta es probablemente la entrega de la saga hasta la fecha con más dosis de acción. La cantidad de tiempo en pantalla de los kaijus (sea peleando Godzilla y Hedorah entre sí o tan solo el segundo causando destrucción) es considerablemente superior a lo acostumbrado. Y lo que es más sorprendente, es la película con más muertes humanas visibles, y es que Hedorah va provocando la muerte por intoxicación (o por corrosión) de todos los humanos que encuentra a su paso.
Hedorah, además, es un kaiju enemigo que da mucho juego al tener esos atributos de toxicidad y la habilidad de cambiar de forma a su antojo para desplazarse por tierra, mar o aire. Y no olvidemos que este kaiju recupera el mensaje original del género: es una nueva manifestación de la naturaleza volviéndose en contra de la humanidad que la ha maltratado y abusado de su poder. Al igual que lo fuera Godzilla originalmente como horrenda metáfora de la radiación, Hedorah lo es de la contaminación.
Esta es una de esas cintas de la saga en las que el argumento queda un poco en segundo plano para centrarse fundamentalmente en la acción, lo cual se agradece mucho, puesto que es una de las que mejores trajes, coreografías y efectos tienen de la Era Showa.
Realmente, y contra todo pronóstico por estar cerca del final del primer auge del género, esta ha sido una de las entregas que más nos han entretenido.
Hedorah, además, es un kaiju enemigo que da mucho juego al tener esos atributos de toxicidad y la habilidad de cambiar de forma a su antojo para desplazarse por tierra, mar o aire. Y no olvidemos que este kaiju recupera el mensaje original del género: es una nueva manifestación de la naturaleza volviéndose en contra de la humanidad que la ha maltratado y abusado de su poder. Al igual que lo fuera Godzilla originalmente como horrenda metáfora de la radiación, Hedorah lo es de la contaminación.
Esta es una de esas cintas de la saga en las que el argumento queda un poco en segundo plano para centrarse fundamentalmente en la acción, lo cual se agradece mucho, puesto que es una de las que mejores trajes, coreografías y efectos tienen de la Era Showa.
Realmente, y contra todo pronóstico por estar cerca del final del primer auge del género, esta ha sido una de las entregas que más nos han entretenido.
Y hasta aquí nuestro Finde de Cine de esta semana. Nos despedimos, como siempre, esperando que os haya gustado, que os animéis a ver las películas si no lo habéis hecho ya y que, si lo habéis hecho, compartáis vuestra opinión con nosotros.
¡Hasta la próxima!
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