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Como algunos quizá sepáis ya, hoy 9 de febrero se conmemora el 28º aniversario de la muerte de Osamu Tezuka, Dios del Manga, que muriera allá por 1989, víctima de un cáncer de estómago a los 60 años de edad. Toda una gran pérdida para el mundo del manga, demasiado temprana, y que llevó poco después a que Japón instaurara este día como el Día del Manga en honor del maestro.
Desde La Bandera de la Libertad hemos queremos honrar también la memoria del gran maestro reseñando una de sus obras, concretamente la que más éxito ha recaudado a lo largo y ancho del planeta (probablemente por su temática más occidental), y que aún no habíamos reseñado. Como es evidente, hablaremos de Adolf (Adolf ni Tsugu), publicada originalmente en Japón entre 1982 y 1985, y editada a día de hoy en múltiples idiomas y en diferentes ediciones. En España la encontramos de manos de Planeta Cómic, actualmente en su tercera edición en dos tomos de tapa dura en cofre.
Osamu Tezuka, Dios del Manga
Osamu Tezuka, nacido en Osaka en 1928 y fallecido en Tokio en 1989, se alzaría como el gran revolucionario del cómic y de la animación japoneses, en tanto que creador del manganime moderno, convirtiéndose así en el autor más importante de la historia del cómic nipón. Es por ello que acabaría recibiendo la consideración de "Dios del Manga".
Influido desde su infancia por la propia afición de su padre al manga, las obras teatrales de Takarazuka y, sobre todo, por el cine, especialmente por la animación de Walt Disney, Tezuka debutó profesionalmente en 1946 con Maa-chan no Nikki Choo (El Diario de Maa-chan), un yonkoma manga (tiras cómicas de cuatro viñetas), pero sería al año siguiente, en 1947, cuando publicaría la obra que cambiaría para siempre el curso de la historia del manga: La Nueva Isla del Tesoro (Shintakarajima), el primer manga argumental, es decir, es el primer cómic japonés que narraba una historia larga y con argumento, más allá de las simples tiras cómicas, en el que el autor ponía en práctica las técnicas cinematográficas aplicadas al dibujo, por oposición a las escenas de plano largo y estáticas. La Nueva Isla del Tesoro se convertiría en todo un best-seller de manera inmediata, y decenas de grandes autores posteriores (como Shotaro Ishinomori, Rey del Manga) confesarían abiertamente haber tomado la decisión de dibujar manga a raíz de su lectura en su infancia.
Tras un periodo en que su popularidad comenzaba a decaer, Tezuka dio un golpe de efecto con Black Jack (1973-1983), una obra que inicialmente sería una mini-serie de 5 capítulos como "última oportunidad", pero con la que el inigualable autor demostraría que aún tenía mucho que decir y que se convertiría inmediatamente en una de sus obras más populares y exitosas. Así, renaciendo de sus cenizas como su Fénix -aunque nunca estuvo realmente muerto como autor-, Tezuka comenzaba la que generalmente se considera su época dorada, dibujando algunas de sus mayores obras maestras, como Buda (Buddha, 1972-1983), MW (1976-1978) o Adolf (Adolf ni Tsugu, 1983-1985).
Desde ese momento, el jovencísimo Tezuka decide dedicarse profesionalmente al manga, aunque aun así continuaría su estudios universitarios hasta doctorarse en Medicina, profesión que no llegó a ejercer, pero cuyos conocimientos le servirían para crear múltiples obras. De esta primera época del autor podemos destacar obras como la comúnmente llamada "Trilogía de Ciencia-Ficción", compuesta por Lost World (1948), Metropolis (1949) y Next World (1951). Encontramos asimismo grandes clásicos como Astro Boy (Tetsuwa Atom, 1952-1968), su obra más icónica, o Jungle Taitei (El Emperador de la Jungla, conocida como Kimba, el León Blanco en Occidente, 1950-1954).
Entre 1953 y 1956, Osamu Tezuka marcó un nuevo hito en la historia del manga al publicar el primer shojo argumental de la historia, La Princesa Caballero (Ribbon no Kishi) en la revista Shojo Club, aunque generalmente sería más conocido el remake que el propio autor realizó en los años 60, publicado en la revista Nakayoshi.
En 1954 llegarían las primeras versiones de la que Tezuka consideró siempre la obra de su vida, Fénix (Hi no Tori), que podría empezar a publicar de forma más constante y firme desde 1967 y que continuaría hasta el día de su muerte, habiendo acabado unos meses antes el último arco argumental iniciado, aunque sin poder concluir el conjunto de la obra como él deseaba.
En la década de los 60, tras fundar el estudio Mushi Productions, Tezuka se dedicó en cuerpo y alma a la animación, aunque sin abandonar el manga, como había sido su sueño desde pequeño (convertirse en el "Walt Disney japonés"). Así, en 1963 se estrenaba en la televisión japonesa la primera serie de animación de ritmo semanal con capítulos de 24 minutos de duración, formato que se estandarizaría hasta el día de hoy: la adaptación de su Astro Boy.
A finales de la década de los 60, y sobre todo a partir de la quiebra de Mushi Pro. en 1973, Tezuka claudicó en su feroz oposición al manga para adultos que estaban creando algunos de sus antiguos discípulos (el gekiga), fundando la revista COM (la más representativa de la corriente gekiga junto con la Garo) y comenzando la publicación de sus primeras grandes obras adultas y oscuras, como Oda a Kirihito (Kirihito Sanka, 1970-71), Alabaster (1970-71), Ayako (1972-73) o El Libro de los Insectos Humanos (Ningen Konchuuki, 1970-71).
Convertido en el indiscutible Dios del Manga y con unas 150.000 páginas dibujadas y varias decenas de obras de animación producidas, Osamu Tezuka fallecía en febrero de 1989, víctima de un cáncer de estómago, dejando inconclusas Gringo, Neo Faust y Ludwig B., además de los arcos aún no iniciados de Fénix.
¿De qué trata?
Ambientada durante la II Guerra Mundial, la obra narra las historias entrelazadas de
3 personas unidas por el destino y por su nombre en común: Adolf
Kamil, descendiente de un matrimonio judío alemán exiliado en la ciudad japonesa de Kobe, Adolf Kauffman, hijo del embajador alemán en Kobe, y el mismísimo Adolf Hitler, quien no necesita más presentación.
El argumento se desarrolla alrededor del descubrimiento por parte del periodista japonés Sohei Toge, destinado en Berlín para cubrir los Juegos Olímpicos de 1936, de unos documentos que prueban las
raíces judías de Hitler y que, de salir a la luz, estremecerían las bases del Tercer Reich.
Nuestra Opinión
Bueno, pues qué decir de Adolf que no se haya dicho ya... sin duda se
trata de una de las mejores obras del Dios del Manga, además de una de las mas
conocidas de su etapa oscura.
Es bien sabido que la obra adulta de Tezuka se suele centrar en mostrar
las más negativas facetas del ser humano, y Adolf no es ninguna excepción, enmarcándose además en uno de los acontecimientos más horribles de la historia reciente de la humanidad, el Holocausto nazi, que se presta perfectamente a la historia dramática que el maestro necesitaba narrar.
Argumentalmente, este manga constituye una de las obras más complejas y elaboradas de Osamu Tezuka en su plena madurez como mangaka, pues nos presenta un thriller político de
brillante escritura, con grandes personajes (incluidos, como no podía ser de otro modo, algunos de sus personajes-actores de su famoso star-system, magistralmente adaptados al tono adulto de la obra, como Lamp o Shunsaku Ban/Higeoyaji) bien construidos y perfectamente desarrollados. A destacar especialmente Kamil y Kauffman y la relación entre ambos, una relación que pasa de la amistad al odio y al deseo de
venganza a lo largo de los múltiples años que abarca la trama, influenciada no solo por la
distancia física, sino también por la ideológica, por las circunstancias que hacen tan diferente la vida de un
niño de "raza aria" y un niño judío en aquella época y contexto. Sin duda uno de los puntos más
interesantes de la obra.
Destaca en el desarrollo del argumento, además, el gran rigor histórico del que hace gala Tezuka, que se documentaría a conciencia a la hora de crear la ambientación y los acontecimientos históricos reales que refleja.
En lo que se refiere al arte, se puede destacar el gran dibujo del maestro en su última etapa, con unos
personajes físicamente muy expresivos, pero conservando ligeramente su clásico estilo de formas más redondeadas, y con una mayor contención en lo caricaturesco que en otras obras de tono más laxo. Además, en más de una ocasión, los soberbios diseños de página de las que goza toda la obra han sido utilizadas como referentes en el arte de la distribución de página.
Adolf es una obra profunda, un cómic totalmente dirigido al público adulto que
encantará no solo a aquellos interesados en la II Guerra Mundial, sino también a
aquellos que, sin importarles la antigüedad de una obra (como debe ser), busquen
un thriller político de magistral desarrollo. Sin duda, una obra maestra.
Nota Final: 10 [ - Imprescindible - ]
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