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Pues aquí estamos de nuevo, esta vez con una reseña específica de una sola película japonesa. Como habréis podido observar, la semana pasada no llegamos a hacer nuestro ya acostumbrado Finde de Cine, pero no por falta de intención. El caso es que, por problemas técnicos con la segunda película, solo pudimos llegar a ver una, de modo que ahora os traemos la reseña individual de esa película.
Así que hoy hablaremos de Sonatine, película dirigida y protagonizada por el legendario Takeshi Kitano. Estrenada en Japón en 1993, Sonatine fue la cuarta incursión de Kitano en el cine como director y se considera hoy una de las películas más icónicas del cine de yakuzas contemporáneo.
"Beat" Takeshi Kitano
Nacido en 1947 en Adachi, Tokio, Takeshi Kitano se alza a día de hoy como uno de los mejores directores del cine japonés contemporáneo, probablemente el más reconocido internacionalmente por público y crítica en festivales de cine de todo el mundo.
Desde muy joven abandonaría sus estudios universitarios para dedicarse al mundo del teatro independiente, donde conoció a Kiyoshi Kaneko, con quien formaría el dúo cómico de manzai Two Beats, que triunfó en todo el país entre principios de los 70 y principios de los 80. Kitano adoptaría desde entonces el sobrenombre de Beat Takeshi, que utilizaría siempre como cómico y actor (aunque no como director). Tras la disolución del dúo, Kitano continuó su carrera en solitario con su propio programa radiofónico y con el exitoso concurso televisivo Fūun! Takeshi Jō (El Castillo de Takeshi, emitido con gran éxito en España como Humor Amarillo).
Ya había realizado algunos pinitos en el cine como actor en los años 80, destacando especialmente su participación en la película de Nagisha Oshima Feliz Navidad, Mr. Lawrence (1983), protagonizada por David Bowie. Pero sería en 1989 cuando Kitano daría el salto definitivo, dirigiendo y protagonizando su ópera prima Violent Cop (Sono Otoko Kyobo ni Tsuki).
Sorprendía así a todo el mundo al cambiar su registro de la comedia ácida e histriónica al drama policial y yakuza, estilo que continuaría en los años siguientes con filmes como Boiling Point (1990) o Sonatine (1993). Estos magistrales ejercicios de yakuza-eiga, junto con otros estilos como el drama costumbrista de Escenas en el Mar (1991) o la comedia absurda de Getting Any? (1994), comenzarían a encumbrar a Kitano en su país como uno de los mejores directores del momento.
El punto de inflexión más importante en su carrera vendría en 1994, cuando casi pierde la vida en un accidente de moto en lo que más tarde él mismo denominaría "un inconsciente intento de suicidio". Sobreviviría al accidente, pero no sin secuelas: sufriría desde entonces y de forma permanente la parálisis parcial de la mitad derecha de la cara, formando así, irónicamente, el rostro más icónico del cine japonés contemporáneo. El tono de su cine cambiaría desde entonces del mensaje autodestructivo a uno mucho más vitalista, aunque frecuentemente pesimista.
Tras su drama costumbrista y autobiográfico Kids Return (1996), llegaría en 1997 una de sus mayores obras maestras, de nuevo protagonizada por él mismo, Hana-Bi (Flores de Fuego), poético y silencioso drama que le valdría el León de Oro en el Festival de Venecia de 1998. Este filme y El Verano de Kikujiro (1999), considerada su película más personal, tierna e intimista, lograrían consagrar definitivamente a Kitano a nivel internacional.
En los años siguientes continuaría triunfando con nuevas obras de yakuzas como Brother (2000); dramas como Dolls (2002); la revisión del mítico samurái ciego con su particular versión de Zatoichi (2003); comedias dramáticas como Takeshis' (2005) o Aquiles y la Tortuga (2008); o su regreso al yakuza-eiga con la trilogía Outrage (2010-2012-2017), cuya última entrega aún no se ha estrenado en Japón.
Compagina también su labor como director con la interpretación en películas y especiales de televisión no dirigidos por él, como recientemente el filme de Wayne Wang Mientras Ellas Duermen (2015), adaptación del relato homónimo del español Javier Marías; o su reciente papel como Inspector Aramaki en la adaptación estadounidense de Ghost in the Shell (2017), cuyo fracaso ni siquiera Beat Takeshi ha podido evitar.
¿De qué trata?
El sencillo, pero muy diluido, argumento de este pausado filme se centra en Murakawa
(interpretado por Kitano), un yakuza de Tokio que será enviado a Okinawa para acabar con una guerra de bandas. Cuando él y sus acompañantes son casi
asesinados, se refugian en una playa donde permanecerán forjando una amistad
y divirtiéndose, ajenos al cruel mundo de la yakuza.
Nuestra Opinión
Lo primero, hemos de advertir de que es una película algo "complicada". No por su profundidad o complejidad argumental,
sino precisamente por todo lo contrario: su argumento es tan sutil, queda tan diluido a lo largo de las pintorescas escenas que pueblan el filme, que puede costar seguirle el hilo. Antes de
darte cuenta, ha pasado media película y aún no sabes realmente lo
que Kitano quiere contarte.
Y sin embargo, lo que en otro caso sería algo malo, en este caso es más bien una
virtud. Sí, es difícil seguirle el ritmo a la historia, pero cuando uno se deja atrapar por la cinta, se encuentra con un gran trabajo a muchos niveles, especialmente en la dirección.
La película comienza como una más del género yakuza-eiga, presentando la
situación con las bandas, los personajes y el conflicto. Hasta ahí bien, puede seguirse, y
la verdad es que deja bien claro la gran capacidad de Kitano para este tipo de cine. Pero conforme va avanzando, a los pocos minutos, la película sufre un brusco
cambio, convirtiéndose en una suerte costumbrismo humorístico, casi con candidez infantil por momentos. Podría
incluso considerarse como una especie de prototipo de lo que más tarde veríamos en su obra maestra El Veranode Kikujiro, pero enmarcado dentro del mundo yakuza, con un tono más sobrio y con todos los personajes
divirtiéndose y dando rienda suelta a sus más infantiles impulsos en la playa donde
se refugian.
Es aquí donde la película toma un tono silencioso que no abandonará hasta el final, reduciendo los
diálogos a su más mínima expresión, lo cual ayuda bastante a dejarse absorber
por su atmósfera y por el ir y venir de escenas de lo más peculiares. Rasgo que también caracterizaría el cine de Kitano en obras magnas como Hana-Bi.
Y todo esto sin dejar del todo a un lado el estilo y temática del yakuza-eiga, algo difícil de lograr con unas situaciones tan poco "mafiosas", y que dice mucho de la maestría de Kitano. Y todo ello para terminar volviendo a centrarse en la acción entre yakuzas al final de la película, con un poderoso e intenso clímax.
En conclusión, Sonatine no es una película perfecta ni de lo mejor de Takeshi Kitano. Como hemos dicho, es
considerablemente difícil seguir el hilo del argumento, por lo que es más necesario de lo que parece prestar atención
para comprender lo que está pasando y el porqué de todo. Y eso en ciertos
momentos puede resultar un problema para apreciarla. Pero aun con todo, sigue siendo una gran película que sabe crear una fantástica atmósfera
y situaciones que atrapan al espectador.
Sin duda, sin ser de lo mejor del director, es una gran película
absolutamente recomendable. Eso sí, no para todo el mundo. Es necesario saber disfrutar del cine pausado al más puro estilo japonés, pues no se trata de una película de yakuzas de acción y tiroteos al uso.
Nota Final: 7'5 [ - Buena - ]
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